Sobre una tarima de madera en el río Bravo, obispos de México y Estados Unidos celebraron este sábado una misa en memoria de los numerosos migrantes que han muerto al intentar cruzar la frontera entre ambos países huyendo de la pobreza.
La ceremonia tuvo lugar entre Ciudad Juárez (México) y El Paso (Estados Unidos), y contó con la presencia de activistas y migrantes en ambos lados de la zona limítrofe.
El río Bravo, de bajo caudal en ese punto y llamado río Grande en Estados Unidos, marca la frontera entre los dos países y es un corredor por el que cruzan permanentemente migrantes indocumentados.
«El objetivo es orar por los migrantes difuntos, pero también para levantar la voz por todo lo que está pasando con los venezolanos, haitianos, africanos», que buscan asilo o refugio en Estados Unidos, dijo a la AFP el sacerdote Francisco Javier Calvillo, director de la Casa del Migrante de Ciudad Juárez, que alberga a unas 400 personas.
En total, en esa ciudad permanecen actualmente unos 2.800 migrantes en 25 albergues.
Cerca del lugar de la misa, a un costado del río, acampan desde hace varios días unos mil venezolanos a la espera de que les permitan ingresar a territorio estadounidense.
El obispo de El Paso, Mark Joseph Seitz, recordó a Margaret Sofía, una niña guatemalteca de cinco años que murió el pasado 22 de agosto a unos tres kilómetros del sitio donde se celebró el acto, luego de que la corriente del río, crecido por las lluvias, se la arrebatara a su madre.
«El sueño de Margaret Sofía era llegar a Estados Unidos y un día trabajar con su mamá, Silvia, para ayudar a su hermano Aarón, de nueve años, quien padece parálisis cerebral», evocó el religioso estadounidense.
Según datos de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos, durante el año fiscal 2022, que abarcó de octubre de 2021 a septiembre de 2022, fueron encontrados 853 migrantes muertos en toda la frontera con México, de 3.169 km.
El pasado 1 de septiembre, nueve personas murieron ahogadas y decenas fueron rescatadas tras intentar cruzar el río Grande cerca de la ciudad estadounidense de Eagle Pass, en Texas.
Las recientes muertes masivas han puesto en el foco de atención los peligrosos viajes que cientos de miles emprenden cada año tratando de llegar a Estados Unidos desde México.
El 27 de junio último, 53 migrantes, en su mayoría mexicanos, murieron sofocados tras ser abandonados en el remolque de un camión en San Antonio, Texas. A este tipo de accidentes se suman los asesinatos cometidos por traficantes de personas.
La misa en memoria de los migrantes fallecidos se celebra desde hace 25 años.