La selección masculina de fútbol de Estados Unidos se vio envuelta en un escándalo después de que la familia Reyna le haya notificado a la Federación de Fútbol sobre un incidente que ocurrió hace décadas y que involucra a Gregg Berhalter, entrenador durante el Mundial, y su esposa, en respuesta al desprecio del técnico por la joven estrella Gio Reyna.
Recientemente, y para adelantarse a un posible chantaje, Berhalter publicó un comunicado sobre aquel episodio de 1991, cuando pateó a una mujer que posteriormente se convirtió en su esposa y aseguró que fue “vergonzoso” y que esperaba “continuar las conversaciones con U.S. Soccer sobre su futuro”.
La Federación solicitó una investigación a una firma de abogados, así como una revisión del personal de la actuación del equipo en el ciclo de cuatro años. “Obviamente no es un buen momento para el fútbol en el país y para el equipo masculino”, admitió la presidenta de la Federación Cindy Parlow Cone en conferencia de prensa.
La controversia se ha convertido en una pelea pública que involucra a Berhalter, el excapitán de la selección Claudio Reyna (quien fue padrino de Berhalter en su boda), Danielle Egan Reyna, ex internacional de Estados Unidos, Rosalind Santana Berhalter (la esposa del entrenador) y a Gio Reyna, el mediocampista de 20 años y que sólo disputó 53 minutos en la Copa Mundial. El deportista que milita en el Borussia Dortmund estuvo en el radar de la selección argentina, ya que su abuelo Miguel nació en Argentina, pero finalmente él optó por vestir los colores norteamericanos.
El martes la Federación anunció que Berhalter estaba bajo investigación. El entrenador, cuyo contrato expiró el mes pasado, publicó simultáneamente un comunicado asegurando que “una persona contactó a la USSF diciendo que tenían información sobre mí que ‘me haría caer’”.
“Intentaron aprovechar algo muy personal de hace mucho tiempo para provocar el fin de mi relación con U.S Soccer. Este es un paso difícil de dar, pero mi mujer, Rosalind, y yo queremos compartir la verdad de forma clara y directa. Esta es una historia que nos pertenece, pero esperemos que haya lecciones que puedan ser valiosas para otros”, comentó en un comunicado oficial.
“En otoño de 1991 conocí a mi alma gemela. Acababa de cumplir 18 años y estaba en mi primer año de universidad cuando conocí a Rosalind. Había una sensación familiar cuando hablamos. Rosalind era y es una persona increíble -determinada, empática, divertida- y conectamos inmediatamente. Fue como si nos conociéramos desde hacía años. Llevábamos saliendo cuatro meses cuando ocurrió entre nosotros un incidente que marcaría el futuro de nuestra relación”, inició su relato del hecho.
“Una noche, mientras bebíamos en un bar local, Rosalind y yo tuvimos una acalorada discusión que continuó fuera. No hay excusas para lo que hice aquella noche; fue un momento vergonzoso del que me arrepiento hasta el día de hoy. Me disculpé inmediatamente con Rosalind, pero, como es lógico, no quiso saber nada de mí.
Conté lo sucedido a mis padres, familia y amigos porque quería asumir toda la responsabilidad de mi comportamiento. Rosalind también informó a sus padres, familia y amigos. Aunque las autoridades nunca se involucraron en este asunto, busqué voluntariamente asesoramiento para aprender, crecer y mejorar: una de las decisiones más valiosas que he tomado nunca. A día de hoy, ese tipo de comportamiento no se ha vuelto a repetir”, continuó.
“Temía haber perdido a mi alma gemela y, de repente, siete meses después recibí una llamada de Rosalind preguntándome si podíamos hablar en persona. Nos reunimos y hablamos de cómo habíamos crecido y decidimos reconstruir nuestra relación. Rosalind me contó que su familia apoyaba esta decisión y que, al trabajar sobre lo sucedido, ambos nos dimos cuenta de que nuestra vida, confianza y respeto mutuos eran más fuertes que el incidente ocurrido meses antes. Desde entonces, Rosalind y yo hemos vivido juntos en cinco países y tres estados diferentes, y hemos conocido y mantenido la amistad con muchas personas maravillosas de todo el mundo. Todas estas personas han sido testigos de la sólida relación que tenemos y de la entrañable familia que hemos construido juntos”, sentenció.
Danielle Reyna, madre de la joven perla del futbol norteamericano, reconoció que fue ella la que le informó al director deportivo Earnie Stewart sobre el incidente que ocurrió aquel 11 de diciembre de 1991, pero solo después de que Berhalter hiciera un comentario en el HOW Institute for Society’s Summit sobre liderazgo moral y criticando a un jugador sin dar nombres, pero que claramente estaba refiriéndose a Gio Reyna.
“Le quise dar a entender que estaba completamente enojada y devastada, que puso a Gio en una terrible posición y que me sentí personalmente traicionada por las acciones de alguien que mi familia ha considerado un amigo por décadas”, indicó Danielle Reyna en un comunicado.
Tras las declaraciones de Berhalter, en las que admitió haber golpeado a Rosalind en aquel año, Danielle consideró que el técnico “minimizó significativamente el abuso de esa noche en cuestión”, e indicó: “Rosalind Berhalter era mi compañera de cuarto, compañera de equipo y mejor amiga, y la apoye durante el trauma que siguió”.