Diversos estudios científicos han revelado los ingredientes que se mezclaban en edificios construidos por los ingenieros y albañiles romanos, mayas y de otras civilizaciones antiguas y que son los responsables de que se hayan conservado durante milenios, informa The Associated Press.
Ingeniería inversa para construir mejor en la modernidad
Dentro de la sorprendente lista de ingredientes se encuentran elementos como corteza de árbol, ceniza volcánica, arroz, cerveza e incluso orina, que podrían ser la base de la capacidad de las antiguas construcciones para fortalecerse con el tiempo y «curar» las grietas cuando se forman. Realizando ingeniería inversa sobre fragmentos y materiales de edificios de épocas lejanas, estudiando textos históricos y mezclando recetas imitadas, los investigadores han logrado descifrar los misterios de la resistencia de estas estructuras milenarias, mientras que el hormigón moderno tiene solamente una vida útil de entre 50 y 100 años.
«Si se mejoran las propiedades del material utilizando recetas tradicionales de los mayas o de los antiguos chinos, se puede producir material que puede usarse en la construcción moderna de una manera mucho más sostenible», valoró Carlos Rodríguez-Navarro, de la Universidad de Granada (España), al abordar los impactos de estos estudios hoy en día.
AP destaca que los constructores del Imperio romano usaban un tipo de hormigón que ha resistido a lo largo del tiempo. Tal es su grado de resistencia, que, incluso en lugares expuestos por siglos al agua de mar, se conserva «básicamente como estaba cuando se vertió hace 2.000 años«, remarca John Oleson, arqueólogo de la Universidad de Victoria (Canadá). Sin embargo, puntualiza que no se puede «construir un rascacielos moderno con hormigón romano», pues se «derrumbaría cuando llegaras al tercer piso» al no poder soportar cargas pesadas.
Detrás de la formidable propiedad del material antiguo de repararse a sí mismo, los científicos están empezando a encontrar pistas de que su secreto reside en los pequeños trozos de cal que están incrustados en todo el hormigón romano en lugar de mezclarse uniformemente. Cuando se forman grietas, el agua puede filtrarse en el hormigón y esa agua activa las bolsas de cal sobrantes, provocando nuevas reacciones químicas que pueden rellenar las secciones dañadas, explicó Admir Masic, ingeniero civil y ambiental del Instituto Tecnológico de Massachusetts (EE.UU.).
En una hipótesis diferente, Marie Jackson, geóloga de la Universidad de Utah (EE.UU.), considera que materiales volcánicos específicos utilizados por los romanos son la clave de este poder. Este elemento naturalmente reactivo permitiría sellar las grietas que se generan en las estructuras. La capacidad de seguir adaptándose con el tiempo «es verdaderamente la genialidad del material», subrayó Jackson. «El hormigón estaba tan bien diseñado que se sostiene solo», agregó.
Por su parte, albañiles locales en Honduras sugirieron a los investigadores utilizar extractos de árboles autóctonos de chukum y jiote en la mezcla de cal, revelando que el yeso resultante era especialmente duradero contra los daños físicos y químicos. De esta manera, el yeso maya pudo imitar estructuras naturales resistentes, como conchas marinas, y tomar prestada parte de su dureza, apuntó Rodríguez-Navarro.
Asimismo, en el mortero utilizado en la Gran Muralla y la Ciudad Prohibida en China se han encontrado restos de almidón de arroz pegajoso. En estructuras sobrevivientes pertenecientes a otras civilizaciones antiguas también se descubrieron otros tipos de materiales naturales mezclados, como extractos de frutas, leche, cuajada de queso, cerveza e incluso estiércol y orina. «Pondrían todo tipo de cosas en la construcción», dijo Cecilia Pesce, científica de materiales de la Universidad de Sheffield en Inglaterra. «Y ahora solo nos quedan los edificios que sobrevivieron. Entonces es como un proceso de selección natural», resumió.
Por su parte, Thirumalini Selvaraj, ingeniero civil y profesor del Instituto de Tecnología Vellore de la India, considera que los constructores de su país crearon mezclas de materiales locales para producir diferentes propiedades de manera intencionada. «Conocen la región, conocen la condición del suelo, conocen el clima. Así que diseñan un material de acuerdo con esto«, concluyó.