Un nuevo estudio ha confirmado que un sencillo ejercicio aeróbico como caminar a paso ligero durante 150 minutos por semana consigue una reducción relativa del 30% en la grasa del hígado y ayudaría, por lo tanto, a tratar la enfermedad de hígado graso no alcohólico (EHGNA).
Los autores del trabajo son científicos del Colegio de Medicina de Penn State (EE. UU.) Que han determinado que para que estos pacientes obtengan una mejoría clínica significativa tienen que realizar 150 minutos semanales de actividad física entre moderada e intensa. “Nuestros hallazgos pueden dar a los médicos la confianza para recetar ejercicio como tratamiento para la enfermedad del hígado graso no alcohólico”, ha afirmado el Dr. Jonathan Stine, profesor asociado de medicina y ciencias de la salud pública y hepatólogo en Penn State Health Milton S. Hershey Medical Center.
Los estudios científicos han demostrado que la práctica de ejercicio puede reducir la acumulación de grasa en el hígado y mejorar la composición corporal, la salud y la calidad de vida de estos pacientes. Stine considera que establecer un objetivo concreto de actividad física ayudará a los profesionales de la medicina y el ejercicio a desarrollar enfoques personalizados para ayudar a las personas con enfermedad de hígado graso o esteatosis hepática no alcohólica a adoptar estilos de vida más saludables que incluyan la práctica regular de ejercicio. Los resultados de la investigación se han publicado en American Journal of Gastroenterology.
Cuál es la dosis de ejercicio que reduce la grasa en el hígado
Los investigadores revisaron 14 estudios en los que 551 individuos con EHGNA habían participado en ensayos controlados aleatorios en los que había intervenciones de ejercicio y analizaron los datos de todos ellos, incluidos la edad, el sexo, el índice de masa corporal (IMC), el cambio en el peso corporal, la adherencia a la práctica de ejercicio y la grasa hepática medida por imágenes de resonancia magnética. El principal objetivo de la investigación era evaluar la asociación entre el entrenamiento físico y una mejora clínicamente relevante en la grasa del hígado.
Descubrieron así que, con independencia de la pérdida de peso, las probabilidades de conseguir una respuesta al tratamiento clínicamente significativa (reducción relativa mayor o igual al 30% en la grasa hepática medida por resonancia magnética) eran tres veces y media más altas con el entrenamiento físico que con la atención clínica tradicional.
Realizaron entonces otro análisis para determinar cuál era la “dosis” óptima de ejercicio para que mejorara de forma significativa la grasa del hígado y comprobaron que el 39% de los pacientes a los que se les prescribió una tarea mayor o igual a 750 equivalentes metabólicos (por ejemplo, 150 minutos por semana de caminata rápida) lograron una respuesta significativa al tratamiento en comparación con solo el 26% de aquellos a los que se les prescribieron dosis menores de ejercicio.
Stine ha explicado que las disminuciones clínicamente relevantes en la grasa hepática que se observaron con la mayor cantidad de actividad física –que es la misma recomendada por la Asociación Americana de Gastroenterología y la Asociación Europea para el Estudio del Hígado– son similares a las que se han conseguido en ensayos con medicamentos que bloquean la producción de grasa.
“El ejercicio es una modificación del estilo de vida, por lo que el hecho de que pueda coincidir con la capacidad de las terapias en desarrollo para lograr el mismo resultado es significativo”, destaca Stine. “Los médicos que asesoran a pacientes con EHGNA deben recomendar esta cantidad de actividad a sus pacientes. Caminar a paso ligero o andar en bicicleta durante media hora al día cinco veces a la semana es solo un ejemplo de un programa que cumpliría con estos criterios”.