Vanilla es una chimpancé que sufrió los primeros dos años de su vida en un laboratorio de medicina experimental en Nueva York, durante su estancia en dicho lugar vivía en una jaula de un metro y medio cuadrado, después fue trasladada a un refugio, no obstante, la primate nunca habia conocido el cielo.
Durante su estancia en el laboratorio, Vanilla vivió condiciones deplorables y extremadamente restrictivas; con ella realizaron diferentes tipos de experimentos y después fue llevada junto con un grupo de chimpancés a un refugio en California, pero durante este tiempo tampoco tuvo la posibilidad de ver hacia la superficie de la atmósfera.
Todo cambió en la vida de la chimpancé cuando llegó Save The Chimps, un santuario de animales de su especie que se encuentra en Fort Pierce, Florida, y que cuenta con un amplio espacio donde, además de tener la libertad de caminar por donde ella quiera , tiene la posibilidad de socializar con otros primates, así como de ver el sol las veces que crea necesario.
Dicho recinto mide alrededor de 60 hectáreas y tiene un cuidado cuidadoso con 225 chimpancés que han sido rescatados de diferentes tipos de lugares y que han vivido en las mismas o peores condiciones que Vanilla. El santuario se dedica a rescatar y mejorar de manera notable las condiciones de vida de estos animales.
Save the Chimps compartió recientemente el trabajo que han realizado con Vanilla y Shake —un chimpancé macho y compañero de la primate—, quienes se han integrado de forma óptima al grupo de animales que resguardan, no obstante, lo que más llamó la atención fue la reacción de la hembra al ver el cielo abierto por primera vez en su vida.
“Mira como Vanilla está asombrada por ver el vasto cielo abierto por primera vez”, describió la organización en una publicación de Instagram. En el video de poco más de un minuto se ve como el macho sale con total confianza del cuarto en el que estaban, mientras que la hembra tardó un poco más.
En un “salto de fe”, Vanilla se lanzó a Dwight —el macho alfa del grupo—, para que él la agarre, una vez que tocó tierra firme la chimpancé alzó la vista hacia el cielo y en ese momento es donde ocurrió la magia: la primera cara que realizó fue de asombro y a los pocos segundos una sonrisa apareció en su rostro mientras no dejaba de ver hacia arriba.
Momentos después comenzó a integrarse al grupo, sus compañeros le hablaron y tocaron el hombro para que les hiciera caso, sin embargo, Vanilla siguió volteando de reojo hacia el cielo para seguir admirando algo que nunca había visto durante sus casi 30 años de vida.
En una entrevista para el periódico The New York Post, el doctor e integrante de Save The Chimps, Andrew Halloran, comentó que la hembra se ha logrado adaptar bastante bien a su nueva vida en el santuario.
“Cuando no está explorando la isla con sus amigos, por lo general se le puede encontrar sentado en lo alto de una plataforma para escalar de tres pisos observando su nuevo mundo”, comentó sobre los patrones de comportamiento que tiene la primate en esta etapa de su vida.
Halloran explicó que una vez que los chimpancés llegan al santuario son evaluados para determinar en cuál de las 12 comunidades que tienen se pueden adaptar mejor y todo parece indicar que Vanilla encontró a su grupo ideal.
“Se lleva bien con los otros 18 chimpancés de su isla y tiene una relación particularmente juguetona con el macho alfa Dwight, a quien le roba sus porciones de comida”, concluyó el especialista sobre Vanilla.