Recientemente, un estudio a nueve pacientes con cáncer de próstata en fase avanzada realizaron 34 minutos de ejercicio de alta intensidad en una bicicleta estática, con recogida de suero sanguíneo inmediatamente antes y después, y de nuevo 30 minutos después del ejercicio.
El equipo descubrió que el suero obtenido inmediatamente después de esta ‘dosis’ de ejercicio contenía niveles elevados de mioquinas anticancerígenas, lo que provocó una supresión del crecimiento de las células cancerosas de próstata ‘in vitro’ de alrededor del 17 por ciento. Los niveles séricos de mioquinas y la supresión del cáncer volvieron a los valores de referencia a los 30 minutos.
Además, el ejercicio disminuye el riesgo de cáncer y reduce los efectos secundarios de los tratamientos contra el cáncer. También mejora la calidad de vida de los pacientes y su pronóstico.
Estudios preclínicos anteriores han encontrado que el ejercicio afecta el funcionamiento del sistema inmunitario, por lo que se transfieren más células inmunitarias al sitio del tumor y se vuelven más activas en la destrucción de las células cancerosas.