Entre los millones de aficionados que esperan con gran expectación el estreno mundial este jueves de la película «Barbie«, hay un hombre en Viena que lleva cuatro décadas coleccionando las míticas muñecas, de las que tiene más de 1.800.
Manfred Reichel, de 58 años y conocido como el «doctor de las muñecas», tiene una tienda en el centro de la capital austríaca, donde almacena las figuras, junto a unas 1.500 prendas, tanto de Barbie como de Ken.
«Cuando yo era un niño, a finales de los años sesenta, las Barbie resultaban muy interesantes entre las niñas. Mis amigas tenían dos o tres de ellas y nos lo pasábamos muy bien jugando juntos«, recuerda Reichel en declaraciones a EFE en su tienda, llamada «Clínica de muñecas», donde las arregla.
Según fue creciendo, cuenta, vio que las barbies de su infancia eran de muy buena calidad y empezó a coleccionar modelos fabricados entre los años 1960 y 1990, que fue comprando en mercadillos y tiendas de antigüedades.
Hasta hoy, el coleccionista sigue teniendo el alma de alguien muy joven. Para su 50 cumpleaños se regaló quizá la muñeca Barbie más especial que existe: el primer prototipo original, de 1959.
«Fue un regalo de mí para mí, por el que pagué cerca de 5.000 euros», recuerda el apasionado por las muñecas, que irá la semana que viene a ver la película junto a sus amigos del «club de fans» de Barbie en Viena.
Reichel asegura que, aunque no tenga todas las barbies que fueron producidas, tiene «casi todas las que le interesan», ya que su punto de mira está puesto sobre todo en las muñecas de los años 1960 y 1970.
El coleccionista hace hincapié en el buen ejemplo que, desde el principio, dio la diseñadora de las barbies, Ruth Handler, a la infancia estadounidense de los años 1960.
«En 1960 salió la Barbie en su graduación, vestida con el traje típico que se ponen en Estados Unidos para esas ocasiones», cuenta Reichel, aunque él mismo al principio no lo entendía.
«Me decía a mí mismo, ¿por qué han elegido ese ‘outfit’ (‘vestimenta’)? No lo entendía», reconoce.
Después, se dio cuenta de que eso pretendía demostrar a los niños -y, sobre todo en los tiempos que corrían, a las niñas- la importancia de estudiar para forjarse su propia vida.
«Eso les decía, ‘cuando te gradúes, el mundo se abrirá para ti’. Ésa es la parte más importante de esta muñeca, tiene una historia detrás de ella», asegura.
«Para mí, Barbie es una mujer inteligente e independiente, no una ‘chica rubia y tonta'», concluye.
Reichel lleva reparando muñecas desde hace casi 30 años y se identifica como amante de su profesión, pues le encanta «escuchar las historias de los dueños de las muñecas y de los osos de peluche» que traen a la tienda.
Ahora, cuatro décadas tras obtener su primera Barbie y cerca de cumplir los 60 años, tiene claro que le gustaría seguir trabajando hasta que sus manos «lo permitan», concluye rodeado de cientos de muñecas.