Los anillos de Saturno, formados hace unos 400 millones de años, son extraordinariamente jóvenes, mucho más que el propio planeta que tiene unos 4.500 millones de años, según un estudio publicado en Science Avances.
El trabajo, dirigido por el físico Sascha Kempf, de la Universidad de Colorado en Boulder, ha aportado la prueba más contundente hasta la fecha de que los anillos de Saturno son sumamente jóvenes, lo que podría responder a una cuestión que desconcierta a los científicos desde hace más de un siglo.
«En cierto modo, hemos resuelto una cuestión que comenzó con James Clerk Maxwell», afirma Kempf. Tal y como recuerda Kempf, de manera casi constante, diminutos granos de material rocoso atraviesan el sistema solar. Ese polvo se va depositando en los cuerpos planetarios, y también en el hielo de los anillos de Saturno.
De 2004 a 2017, el equipo utilizó un instrumento llamado Analizador de Polvo Cósmico de la nave espacial Cassini de la NASA para analizar las motas de polvo que volaban alrededor de Saturno.
En 1610, el astrónomo italiano Galileo Galilei los observó por primera vez a través de un telescopio, pero no sabía qué eran y en el siglo XIX, Maxwell, un científico escocés, llegó a la conclusión de que los anillos de Saturno no podían ser sólidos, sino que estaban formados por muchas piezas individuales. Hoy en día, se sabe que Saturno alberga siete anillos compuestos por innumerables trozos de hielo que se extienden casi 281.600 kilómetros desde la superficie del planeta.
Durante la mayor parte del siglo XX, los científicos supusieron que los anillos probablemente se formaron al mismo tiempo que Saturno pero esa idea plantea algunas incongruencias, como que los anillos de Saturno están relucientemente limpios.
Las observaciones sugieren que están formados por un 98% de hielo de agua en volumen y una pequeña cantidad de materia rocosa. En su misión, el Analizador de Polvo Cósmico, que tenía forma de cubo, iba recogiendo pequeñas partículas cuando pasaban zumbando. El equipo estimó que el polvo interplanetario aportaría mucho menos de un gramo de polvo en cada metro cuadrado de los anillos cada año, poca cantidad pero suficiente para acumularse con el tiempo.
En 1610, el astrónomo italiano Galileo Galilei los observó por primera vez a través de un telescopio, pero no sabía qué eran y en el siglo XIX, Maxwell, un científico escocés, llegó a la conclusión de que los anillos de Saturno no podían ser sólidos, sino que estaban formados por muchas piezas individuales. Hoy en día, se sabe que Saturno alberga siete anillos compuestos por innumerables trozos de hielo que se extienden casi 281.600 kilómetros desde la superficie del planeta.
Durante la mayor parte del siglo XX, los científicos supusieron que los anillos probablemente se formaron al mismo tiempo que Saturno pero esa idea plantea algunas incongruencias, como que los anillos de Saturno están relucientemente limpios.
Las observaciones sugieren que están formados por un 98% de hielo de agua en volumen y una pequeña cantidad de materia rocosa. En su misión, el Analizador de Polvo Cósmico, que tenía forma de cubo, iba recogiendo pequeñas partículas cuando pasaban zumbando. El equipo estimó que el polvo interplanetario aportaría mucho menos de un gramo de polvo en cada metro cuadrado de los anillos cada año, poca cantidad pero suficiente para acumularse con el tiempo.
Los anillos podrían estar desapareciendo. En un estudio previo, los científicos de la NASA descubrieron que el hielo está cayendo lentamente sobre el planeta y estimaron que podría desaparecer en unos 100 millones de años.