El peligro de epidemias comienza a amenazar a las 10 provincias del sureste de Turquía golpeadas por el sismo del lunes, una amplia zona en la que viven 13 millones de personas y en la que los servicios básicos han quedado muy dañados.
Según coinciden los especialistas, los aseos portátiles son una necesidad prioritaria, hay una terrible escasez de todos los materiales de higiene, no hay agua y decenas de miles de personas se encuentran a la intemperie bajo un frío glacial.
“Uno de los problemas más importantes son los aseos portátiles. La situación de las mujeres es especialmente difícil. También es una necesidad esencial para el personal de rescate”, señala el diario Hurriyet, que denuncia la falta de material de higiene, medicinas y otros bienes básicos.
Onder Isleyen, miembro de la directiva de un pequeño partido de izquierda, señala por teléfono desde el distrito de Defne, en la provincia de Hatay, una de las más afectadas, que teme que pronto pueda darse una epidemia.
En Hatay denuncia que la situación no ha cambiado en los últimos días, no hay ningún tipo de organización y critica que pese a que abundan los voluntarios, no hay equipamiento ni materiales.
“La desesperación es total. No hay tiendas, ni material de limpieza, ni aseos. Esto es un peligro para la salud pública”, explica.
Isleyen indica que los trabajos de rescate se concentran en las zonas céntricas de las ciudades, pero que las ayudas han llegado con cuentagotas a otras áreas periféricas o a localidades pequeñas.
“Las obras se concentran en las calles principales y los lugares céntricos. A medida que uno se desplaza a calles secundarias, ves que los trabajos disminuyen y que las víctimas del terremoto, cuyos familiares se encuentran entre los escombros, suplican por encontrar grúas, equipos especializados y excavadoras”, señala.
Y agrega: “Nadie ha ido todavía a cientos o miles de pueblos“.
Aunque los trabajos de rescate continúan, las posibilidades de encontrar a supervivientes se desvanecen cada minuto que pasa y el número de muertos asciende ya a 20 mil 665, con más de 80 mil heridos.
El terremoto afectó a una población de 13 millones de habitantes en 10 provincias, donde el acceso al agua sigue cortando o en el mejor de los casos restringido, faltan alimentos y el frío también aumenta el riesgo de epidemias.
Pese a que más de 100 mil rescatistas y personal de emergencias trabajan en la zona, su enorme tamaño, el alto grado de destrucción, las más de mil réplicas registradas y el frío complican los trabajos.
Batyr Berdyklychev, representante en Turquía de la Organización Mundial de la Salud (OMS), declaró al diario Hurriyet que “la magnitud de la catástrofe y sus consecuencias son enormes”.
“La reconstrucción de hospitales e instalaciones sanitarias es una prioridad. Los problemas en el suministro de agua potable pueden aumentar el riesgo de enfermedades”, subrayó.
En medio de la desesperación también se registran problemas de seguridad. Los medios turcos han informado de la detención de una veintena de saqueadores y señalan que hubo personas que bloquearon carreteras para robar el contenido de los camiones con ayudas.
Algunos ciudadanos de la zona aseguran que debido a que las tiendas están cerradas y escasean algunos alimentos no tienen otra alternativa que robarlos. En la zona existen además problemas de comunicaciones tanto con internet como con el teléfono.